jueves, 23 de junio de 2016

No es suficiente observar y concluir que los animales que nos rodean son superiores a nosotros en más de un aspecto. No nos resulta conveniente, como humanos detentadores de poder sobre ellos, admitir esos detalles. Ni tampoco es cómodo para nosotros reconocer el razonamiento en sus ojos, cuando se reflejan en los nuestros. El amor es una magnitud que caracteriza a Dios, bueno, los animales la regalan a borbotones.
Hoy quiero hacer esta presentación más bien corta, aunque deseo que esta plataforma se convierta en mi voz, mi voz en defensa de quienes no hablan como nosotros ni precisan vivir en nuestro mundo alienado.
Siempre pienso en los animales. Bueno, desde ahora, escribiré. Y escribiré.